domingo, 27 de diciembre de 2009

Tardes marmoladas



El marmolado es la torta que me acompañó toda la infancia: después de días largos de pileta, mamá nos hacía Nesquik licuado frío con marmolado, en días de invierno grises y fríos surgía acompañado de Nesquik aunque esta vez tibio, si teníamos que ir a visitar a alguien a la tarde, el marmolado era un integrante más de la familia. Y lo seguimos haciendo todas: mi abuela, mi mamá, mi hermana, cada una con su “toque personal”.
El marmolado ha sabido reinventarse con el correr de los años, transformándose en la base de muchas delicias exitosas: budín de limón, de naranja, torta de ciruelas, de manzanas, etc. Hubo una única vez en que el invencible marmolado no logró una metamorfosis feliz…
El día en que intenté transformarlo en mini tortitas con forma de ositos y conejitos en unos moldecitos que compré especialmente para llevar a la casa de una amiguita de mi hijo donde nos reuniríamos con otras familias amigas. El pobre marmolado intentó acomodarse en aquellos moldecitos mínimos pero nunca se sintió cómodo: se infló como siempre, se doró hermoso también, se implantó pepitas de chocolate, e intentó ser un muffin… pero no. Lo único que conseguí fueron unos hermosos adoquines con formas de animalitos que mis queridos amigos bautizaron “Gorkis”. De allí en más, nada fue igual. Tuve que luchar contra prejuicios por demás injustos e infundados, tuve que reivindicar mi nombre con miles de recetas sofisticadas: lemon pies con discos de merengues caseros, ravioles de salmón, guacamoles, etc, etc, etc. Si bien mi nombre puede considerarse “salvado”, los Gorkis siguen persiguiéndome, resurgiendo donde quiera que me cruce con mi amigo Alan.
Pero bueno, lo cierto es que la receta de marmolado es un comodín increible, aunque necesita “lugar para brillar”:
Ingredientes:
Harina leudante 250 g
Pizca de sal
50g de chocolate amargo derretido ó 2 cdas de cacao
Azúcar 250 g
Esencia de vainilla
2 huevos y 1 yema
250 g de crema de leche
Procedimiento:
Precalentar el horno a 160° y enmantecar y enharinar un molde de budín inglés.
Batir la crema a punto Chantilly. Agregar el azúcar con batidor de alambre.
A parte batir los huevos y la yema junto con el esencia de vainilla.
Integrar los huevos alternados con la harina, utilizando un batidor de alambre.
Poner en el molde las ¾ partes del preparado. Al resto de la mezcla, incorporarle el cacao o chocolate derretido y verter a lo largo del molde encima de la mezcla de vainilla. Una vez que se haya vertido, hacer un dibujo de “eses” con la punta de un cuchillo a lo largo del chocolate.
Cocer a 160º durante 1 hora.
Tips Bee My Chef:
En lugar de la esencia de vainilla, se puede utilizar ralladura de limón o de naranja. Queda mucho más sabroso… Hoy lo hice con ralladura de naranja marmolado y quedo “pum para arriba”.
Puede hacerse de limón o naranja sin marmolarlo con chocolate. Una vez que se cocina se le puede cubrir con glacé de limón o naranja (dependiendo el caso). El glacé se hace mezclando el jugo de la fruta con azúcar impalpable. Es ideal ponerlo sobre el budín cuando el mismo está caliente para que se impregne.
Si te gustan las tortas de frutas, probá hacer la mezcla con ralladura de limón y ponele ciruelas cortadas al medio, con la piel hacia abajo, sobre el budín, luego espolvoreales azúcar y canela, y metelo al horno: VOILÁ un GATEAU DE CIRUELAS! Servilo tibio y con crema… espectacular!
Acordate, NUNCA intentes hacer muffins con esta receta!

martes, 22 de diciembre de 2009

¡Las tartas te salvarán!



















Siempre quedan bien y tienen fama de ser muuuuuy laboriosas, por lo que el “esfuerzo” es siempre valorado por todos. Pero las tartas no son tan complicadas. Yo las postularía al Premio Nobel de la Paz… siempre te salvan!

Para Navidad, a pedido de Maquis (querida cuñada y seguidora), una tarta que sale “como piña” es la de Espinaca, Jamón y Champignones. Con usteeeeeeeeeeedes La Receta:

Para la masa (es muy fácil y “masa casera mata masa comprada”):
Ingredientes
1 taza de harina común
1 cdta. de polvo de hornear
½ taza de manteca o 2 cdas de aceite de girasol
1 huevo
sal
Procedimiento
Mezclar la harina con el polvo de hornear y formar una corona sobre el mármol. En el centro incorporar el huevo, la manteca o aceite y la sal.
Amasar hasta que quede homogénea y maleable. Sólo si es necesario, se puede agregar un poquito de agua para unir. Estirar sobre el mármol enharinado a 0.5cm de espesor. Poner en la tartera previamente aceitada. Pinchar la superficie con un tenedor.
Poner en la heladera 15 minutos. Se hornea en crudo con todos los ingredientes del relleno al mismo tiempo, no hace falta hornearla antes.

Para el relleno:
Ingredientes
1 atado de espinaca fresca, lavada y cortada en trozos grandes
50g de jamón cocido natural en tiritas (inviertan que es mucho más rico que el jamón común)
1 cebolla picada
1 cebolla de verdeo picada
1 echalote picado
1 diente de ajo picado
100g de champignones cortados en rodajitas
50g queso parmesano
100cc crema de leche o queso crema
1 cda pan rallado
2 huevos
2 cdas aceite oliva
sal y pimienta
Procedimiento
Saltar la cebolla, la cebolla de verdeo, el echalote y el ajo en el aceite de oliva. Cuando la cebolla esté transparente, agregar las hojas de espinaca lavadas. Al principio va a parecer que la sartén rebalsa de espinaca pero rápidamente se van a reducir a 1/3 de lo que eran. Agregar el jamón y los champignones. Sartenear unos pocos minutos.
Apagar el fuego y agregar la crema, el huevo, el pan rallado y queso parmesano. Salpimentar y mezclar.
Verter el relleno en la tartera donde previamente se ha puesto la masa. Cubrir con queso parmesano.
Cocinar en horno 20 minutos a 240°C.

Tips Bee My Chef:
Hay algunos secretillos de familia que siempre ayudan a lograr una rica tartita…

En la preparación de la masa casera se le pueden poner hierbas como eneldo, romero, orégano, salvia, así se logra una masa más sabrosa y muy vistosa.

Para que no se moje la masa: incorporar al relleno una cucharada de pan rallado y espolvorear la masa en la tartera con un poco más de pan rallado.

El queso parmesano (reggianito o sardo) es más rico y se derrite mejor cuando se ralla en el momento. Para lograr un doradito apetecible, dar un toque en la parrilla del horno al final (ojo que son unos segunditos!).

Se pueden inventar distintos rellenos variando la “verdura protagonista” por: espárragos, brócoli, zapallitos, etc.

El relleno se puede licuar antes de verter en la tartera para que quede como una mousse. Es una excelente forma de lograr que los chicos coman verduras! Si se licua el relleno, se puede agregar los champignones saltados con jamón a la mezcla después de licuarla, así se podrán distinguir en el relleno creando una textura interesante.

Prueben hacer la tarta en mini tartitas usando las tapas de empanadas y moldes de tarteletas que se compran en el super. La misma preparación pero con un look “Hippie Chic” que puede acompañarse con unas hojitas de rúcula y tomatitos cherry on the side, como entrada.

domingo, 20 de diciembre de 2009

¿Malditos días nublados?

Los días nublados son tremendos... atentan, por sobre todas las cosas, contra cualquier dieta que tengamos intención de seguir pero ¡son ideales para agasajar a quienes más queremos!
El día nublado nos desafía a encontrar formas de entretener a los más chiquitos y la cocina se presenta como una gran aliada en la materia. No importa si se trata de niños o niñas, no hay chico al que no le fascine la idea de enchastrarse con masa, mezclar ingredientes y romper los huevos.
Marcos, mi hijo de 4 años, es un gran pequeño chef. No solamente ha aprendido a disfrutar de cocinar sino que ha desarrollado un delicado paladar que le permite, por ejemplo, distinguir perfectamente un champignon en cualquier entorno: "¡no me busta el champiñon, mamá!" Acto seguido, un minúsculo pedacito de champignon de una salsa con 800 ingredientes diferentes, se asoma por sus labios y aterriza sin más en su plato...
Una de las últimas recetas que pusimos en práctica un día nublado fue la de Waffles. De la nada, mientras almorzábamos unos suculentos ravioles a la bolognesa, Marcos nos comentó que le encantaban los waffles aunque en su vida los había probado. Fue suficiente para emprender una investigación ardua en busca de la famosa receta, que nos permitió entre otras cosas, enterarnos que los mejores waffles son los belgas y que teníamos una wafflera sin usar ¡desde nuestro casamiento! Resultado: una tarde espléndida, con excelentes waffles, mucho dulce de leche y la compañía de tíos y primos de Marqui que no dudaron un segundo en sumarse al banquete.
Va la receta que traduje de un site belga:
Ingredientes:
2 tazas de harina Blancaflor
2 cdtas. de polvo Royal
½ cdta. de sal
4 huevos separados
2 cdas. de azúcar
½ cdta. de esencia de vainilla
4 cdtas. de manteca derretida
2 tazas de leche
Preparación:
1. Precalentar la wafflera.
2. En un bowl: tamizar la harina, el polvo Royal y la sal.
3. En otro bowl: mezclar con una cuchara de madera las yemas y el azúcar hasta que la mezcla quede de un tono amarillo clarito.
Agregar la esencia de vainilla, la manteca derretida y la leche. Mezclar.
Agregar la harina tamizada. Mezclar con batidor de alambre.
4. En un tercer bowl: batir las claras a nieve hasta que se formen picos blandos.
5. Incorporar las claras a la mezcla del punto 3 con espátula de goma.
Tip Bee My Chef: conviene rociar Fritolim a la wafflera para q los waffles no se peguen ¡y queden livianitos (con manteca son una bomba)!
Se sirven recién hechos y se les puede poner "fantasías" (como las llamaba mi suegra, Lucrecia): dulce de leche, chocolate derretido, dulce de frutas, granas de colores, lo que más nos guste!

lunes, 14 de diciembre de 2009

Las mujeres a la cocina.

Soy una mujer moderna que propone que las mujeres vuelvan a la cocina.

Siempre me gustó cocinar. ¿Será porque soy hija de “idishe mame” y “padre tano mangia fideos”? Seguramente eso haya ayudado. De todas formas yo soy la típica mujer moderna que puede hacer muchas cosas a la vez inclusive COCINAR y encima DISFRUTARLO!

Me despierto 6.30 de la mañana y además de dedicar el tiempo que toda mujer debe dedicar a su producción, tengo un hijo de 4 años que necesita mi asistencia para salir del pijama del hombre araña y ponerse el uniforme del jardín mientras toma su leche y mira dibujitos al mismo tiempo que intenta agarrar dos galletitas de chocolate y el autito de Mc Queen. Salgo de mi casa como un rayo, manejo 1 hora y media hasta microcentro, trabajo 9 horas y vuelvo a mi casa a las 19.30, luego de haber manejado entre embotellamientos por demás fantásticos, esquivando una selva de autos que se pegotean por ganar unos metros.

Llego entonces a mi casa… Luisa trabaja en casa, me mira al entrar en la cocina y estoy segura que piensa “con qué cosa rara saldrá la señora hoy?”. Y sí, yo no soy de esas que se arreglan mezclando una lata de choclo con una de atún. A mí me gusta comer bien, a mí me gusta cocinar y ver como las personas que prueban lo que cocino, disfrutan.

Cómo les brillan los ojos cuando sienten ese “olorcito” a casero, cómo se sonríen al destapar una olla y sorprenderse con la explosión de colores, aromas y sensaciones que salen de ella. Es que la cocina es eso, una experiencia SUPER sensorial, donde todos los sentidos son protagonistas. La mezcla de aromas, sabores y colores, me inspiran para inventar distintas recetas buscando nuevas experiencias. Improvisar me divierte, abrir la puerta de la heladera e inventar platos con lo que haya, me fascina.


Quizás se conjugue con mis orígenes el hecho de que soy diseñadora gráfica y para mí la estética y el color son básicos para que algo me atraiga. Siempre recuerdo cómo no podía entender cuando mi marido, en época de novios, traía a la mesa de alguna parrilla con salad bar, ensaladas monocromáticas que no sabían a nada. “A esa ensalada le falta color!” le decía siempre. Hoy cada vez que tiene que armar una ensalada, me pregunta qué color le falta!

Creo fervientemente que la cocina nos ayuda a relajarnos y desconectarnos del mundo loco en que vivimos estos días. Creo con toda convicción que la cocina debe ocupar un lugar muy importante en nuestras familias. Creo con todo mi corazón que cocinar para las personas que queremos, es una demostración imbatible de cariño.

Digo también que la cocina nos conecta, es un legado que nos une y nos recuerda constantemente “de donde venimos”…

Me había ido a vivir sola contra el deseo de mis padres… tenía jóvenes 19 años cuando me mudé a Palermo con una amiga. La primera noche que estuvimos solas en el departamento cociné un puchero de esos que tienen de todo y que logran invadir toda la casa con “olorcito a abuela” que entibia el corazón… Justo antes de sentarnos a comer, suena el teléfono. Era mi mamá para saber cómo estaba y qué iba a comer en mi primera noche. “Puchero”, le contesté… del otro lado se oyó un llanto y un ahogado “Yo también hice puchero”. ¡Y las dos nos pusimos a llorar! Es que la cocina nos ayuda a revivir momentos remotos.


Las mujeres de hoy en día podemos hacer millones de cosas a la vez. Estar en varios lugares al mismo tiempo, ocuparnos de las tareas más disímiles y aparentemente incompatibles.

¿Por qué no vamos a poder COCINAR?

Propongo una mujer moderna que no solamente pueda desarrollar una exitosa carrera profesional procurando que nada falte a sus hijos y que la casa funcione, sino que también disfrute de cocinar, tarea quizás olvidada o atada a la imagen de la ama de casa del ´50 que usaba batón, ruleros y delantal.

¡Propongo un real acercamiento de los tacos, el maquillaje, los escotes y las polleras a la cocina!

Propongo completar ese perfil de mujer efectiva y productiva sumándole la pasión por cocinar, por llegar al corazón de las personas que quiere, por qué no, desde el estómago.

Mujeres modernas, vuelvan a la cocina.